miércoles, 6 de agosto de 2014

Gambas al ajillo


Las dos de la mañana y me despertó de la cama para que pudiera conocerte, no supo otra forma de convencerme que decirme que te gustaba escribir y los Suaves, así no hubo tanta reticencia de mi parte, pero estaba dispuesta, muy dispuesta a ser una borde, a mí más puro estilo. Quizás porque de noche todos los gatos son pardos, por las partidas de billar o por las largas conversaciones, no quise poner fin a aquella noche... pese a que quedaba mucho tiempo antes de que pudiéramos volvernos a ver.

Meses después, un viaje a Alemania entre medias, bolsillos vacíos de monedas y corazones llenos de sueños y empresar por empezar... canciones narradas, salidas nocturnas y un "creo que te quiero" lograron que tirase la pulsera al mar, a ese mar que visitábamos todas las noches al acabar las horas juntos, ese mar cómplice de nuestras charlas, de nuestras caricias. Mar en defiitiva. Y lo cambiamos por Castilla.

Un año después dábamos el "sí quiero", seguro que más de uno, y de dos, apostó a que no duraríamos nada; aquellos que te aconsejaron tener cuidado conmigo, aquellos que pensaron que ea poco tiempo... aquellos, aquellos no tenían ni idea de que tú y yo somos una misma persona, que no hay nada ni nadie salvo nosotros mismos, capaz de destruir nuestra vida juntos, que somos el mismo material y materia. Juntos.

Porque no necesitamos a nadie más, porque nuestra diversión no gira en torno a nadie más, porque nuestro humor solo lo entendemos nosotros, porque aún podemos reírnos juntos. Porque tú hablas y yo escucho, eres mi canción. Porque eres TOVEEM y lo eres desde hace tiempo.

No hay mayor placer que estar contigo, y no hay mayor agonía que tu ausencia.

Porque te quiero tuya soy.

INGREDIENTES
Una bolsa de gambas congeladas de las gordas
4 Dientes de ajo
1 Manojo de perejil
1 Cucharadita de pimentón dulce
1/2 Cucharadita de pimentón picante

Un chorrete de vino blanco



PREPARACIÓN
Ponemos a descongelar las gambas en un colador de cocina, de esta forma no soltarán tano agua.

Picamos en brunoise los ajos, cuanto más picaditos mejor y con la ayuda de una picadora, el manojo de perejil sin los tallos.

En una sarté con un chorrete de aceite de oliva, doramos los ajos y cuando empiecen a coger color añadimos las gambas, les vamos dando vueltas para que se hagan de forma uniforme y añadimos el perejil, los dos pimentones y el vino. Dejamos reducir y servimos inmediatamente.

NOTA: Se puede sustituir el pimentón picante por un par de cayenas cortadas a la mitad. En ese caso las añadimos al tiempo que doramos los ajos.

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